miércoles, 28 de octubre de 2015

III - A la espalda

Sigues teniendo la misma mirada 
que tienen 
los que lloran a escondidas
y a gritos.

Tu rostro es
un trozo de pena arrancado
de algún domingo,
un cúmulo de ruidos
que solo son silencio,
una senda de cicatrices
que empiezan en tus manos
y se agrandan en tus aristas,
que son tantas como bemoles
colman tu vida.

Sé que te sigues acordando de mí
las tardes de otoño,
que se te empequeñece el corazón
cuando llueve
porque has olvidado
cómo te ardió el pecho
cuando te cogí con mis dos manos
y te hiciste un ovillo herido,
que miras al suelo 
cuando caminas
porque ahora prefieres pisar el presente
y dejar de vislumbrar futuros.

También sé
que sigues guardando secretos
para quien venga
-guárdate bien,
sigues siendo el mejor que tengo-.
Que tu felicidad consiste en el descanso 
y que solo bailas cuando estás despeinada.
Que encuentras placer
al lamerte las heridas,
que te cuesta decir adiós para siempre
porque en tu espalda está toda tu historia.

Claro que lo sé,
amor.

Me bastó mirarte una vez
a través de todos tus cortes,
de tus excusas y de tus huidas,
de la velocidad de tu acento,
de tus palabras puestas porque sí,
de las frases escritas a media voz,
de los mensajes a destiempo,
de tus ojos rearmados hasta los dientes.

Me bastó mirarte una vez,
la primera,
para llevarme toda tu tristeza a mis ojos
y no poder mirarte de otro modo,
y no poder ser de otra manera,
y que no pudieras ser de otra forma.

Pero yo te quise así
y tú quisiste que te quisiera así.

Eres mi tristeza más pesada,
una losa de pena a la espalda.

Pero en ocasiones,
amor,
a veces,
me recuerdo feliz a tu lado,
te rememoro feliz a mi lado.

Y entonces lo entiendo todo.

Kilómetro

En la radio suena...

Iremos a gastarnos unas cuantas noches más
a las calles más oscuras y gastadas de Madrid.

Mañana


Tienes ojos de haber incendiado una ciudad entera
y haberla convertido en cenizas
solo para poder soplar tus deseos.
Y tienes unos dientes de fiera 
(indomable) 
dispuesta a arrancar los barrotes que enjaularon la belleza de la vida.

Tienes el andar del viento en mi ciudad,
es decir,
azotando las aceras.
Las mismas a las que te caes cuando te ganan las circunstancias
y te vacías el alma en noches sin luna a la que gritar,
a la que aullar,
por qué el mundo no se puede apagar por un instante 
respirar,
y sonreír.

Llega un momento en el que te paras a pensar 
y no sabes quién está más cansado
si el soldado que está en la guerra
o la familia que sigue esperándole a la hora de la cena.
Que no sabes quién persigue a quién
si la luna al sol,
o el sol a la luna
o tú al sol.

Tienes un rugido de venas
que bien podría ser
el canto de una sirena.
Porque el que lo escucha acaba prendiendo 
y rendido ante la mínima posibilidad 
que supone compartir mar.
Y bandera.

Sin embargo,
yo soy más de compartir dolor
y herida.
De dispararme a mí en el pecho
antes que verte a ti desangrarte.
Hay veces que la saliva no es suficiente.
Hay veces que las bocas se quedan pequeñas,
cómo no te iba a pasar eso a ti
con esas fauces y ese aviso
en cada beso de: te estás metiendo en la boca del lobo.

Ahora entiendo muchas cosas,
entiendo tus <<quédate, por favor, no te vayas>> que me decías con tanto dolor.
Entiendo ese <<me curas>> que me decías siempre que nos veíamos,
es fácil ser cura si te compraran con la enfermedad.
Y me insulto a mí misma,
me culpo,
me odio a mí misma por dejar que esto pase.

<<En la salud, y la enfermedad>>
hasta que la mierda nos separe.

Y me sorprendo volviendo al terreno de guerra,
esta vez sin más armas
que yo misma.

Luchar.
Quizás es porque he visto a mi madre toda su vida haciéndolo, 
no la he visto rendirse ni con la muerte a dos pasos de ella.

Y si me preguntáis por qué os lo digo,
porque el motivo por el que se enamoró de mí
es el mismo motivo por el que yo me quiero a mí misma,
porque soy
valiente.
Y eso es algo que solo el enfermo puede serlo,
por mucho que la enfermedad le pise los pies.







lunes, 26 de octubre de 2015

Un beso

Un beso que solo sepa hablar de ti.

Un beso que cierre de golpe la soledad,
que se apoye sobre la herida,
un beso que cauterice.

Un beso que enseñe un nuevo concepto del amor,
un  beso que detenga la memoria.

Un beso que conmueva a las estatuas,
que destroce la cordura,
que lleve tu nombre, que hable de ti,
que salte de tu boca
hasta mi vida.

Un beso que venga hasta esta habitación
y nos deje, al fin,
el futuro bien doblado
en los armarios del porvenir.

Uno con el que nos digamos todo
-Aunque no haya nada que decirse-,
el beso que me debes,
el beso que te debo,
ese beso
que nunca vas a darme.

Gilipollas 62

Cuando una puerta se cierra, dime qué cojones importa que se 
abra una ventana si te has pillado los dedos.

Para sentirte como me siento tendrías que ser faquir

There's a party in my head and no one is invited
and you will never come close to how I feel.


La próxima vez que digas que te duele lo mismo que  a mi voy a córtate
le lengua para que sea lo último que digas. Pues si algo saco en claro del tiempo
que pasé contigo es la oscuridad. Eso y que cuando me muera, por muy mala 
que haya sido con otros, no voy a ir a un sitio peor.

Recuerdo la primera vez que te vi. La recuerdo porque pensé que no me 
haría falta ver la aurora boreal, ni Valparaíso, ni la extinción de las avispas. 
Lo recuerdo porque pensé que ya había visto todos los deseos que pedí cuando
me pedían en los cumpleaños que los pidiese.

Y ahora mírate,
te has convertido en ese tipo de gente que tapa un paisaje precioso en las fotos
con su presencia sólo para atestiguar que ha estado allí.
Y así conmigo.
Y así con todo.

Me hiciste no querer volver a sonreír por no querer volver a sonreír por nada.
Vivir en la sucesión de unos días debatidos entre querer dormir y no querer
que fuese mañana.

No le digas a alguien que le sigues queriendo si no es haciendolo,
Me hiciste inmune a la belleza. Y ser inmune a algo se parece demasiado a
estar enfermo de algo.

A veces pienso que me besabas con los ojos muy cerrados solo para no ver a 
quien estabas haciendo daño. Que si me encontrases espiando entre tus cosas,
probablemente me hallaria en la basura. Que fui una anestesista a la que ma-
taste sin cuenta atrás, sin anestesia.

Tú eres todos mis fantasmas. Volver a volver a volver a acostarme contigo fue
lo más parecido a la necrofilia que he hecho en la vida.

Me tenías a tus pies. Yo tardé años en darme cuenta (qué es lo más lejos que 
se puede tener a alguien),

Tanto me doliste que tuve que hacerme daño en  mil quinientos diecinueve
sitos diferentes para olvidarte.

Ahora que no te recuerdo tampoco recuerdo la cura de los mil quinientos
dieciocho.

A menuda digo que estoy en paz con mi pasado sólo por no decir que per-
dono lo imperdonable, pero estoy en paz con mi pasado.

Sigo viva, guardar rencor y odio es como dormir entre tarántulas.
Desear el sufrimiento ajeno nunca ha aliviado el propio.

No quiero saber nada más de ti, pero si algún día no sabes quien eres:
ven y te lo recuerdo.

A fin de cuentas, el amor es una madre en la puerta de un colegio diciéndole
a su hijo ''al menos dime quién te ha hecho eso''.

Pero yo nunca te delataría.





Postergar 78

No sabe si tiene mucho que hacer hoy o demasiado que evitar.

miércoles, 21 de octubre de 2015

Exigencia 20

Quiero que me digas que me amas.
Quiero que parezcas amarme de verdad.
Quiero que padezcas de amarme en este momento y que
nada pueda detenerte de perderte.

Que te pongas nervioso,
que te quites importancia
y entonces con voz de ultimo intento:
te amo
te amo
te amo
entre cientas te amo
y te besaría si aun cien labios se abriesen en mi nombre.


Necesito que me digas ahora que

dispararías contra todas las sirenas,
que ellas cantan la misma puta canción
y que, sin embargo, yo
y yo
y yo
y yo
me repito,
siempre diferente,
siempre igual de igual.

Me urge que has memoria y que
de los mil peces que hay en el mar
solo te duela el cuarto segundo en el que yo no te recuerdo.


Que no te quepa mi nombre en la boca
que jugueteen las letras entre tus carrilos
y me vomites ramos de colores y regaliz
que me ames
y me ames
y me ames
que toleres que no te ame
que no soportes que lo hagan otros
que conjures para que me odien
y me odien
y me odien.
Que me augures la peor de las torturas en las cosquillas ajenas.

Que no temas por mi salud mental
que te dé miedo que parta una cara
y en ninguna mitad halles tu rostro.

Quiero que me des tu palabra
y morir en el acto.
Que las ganas de hacerme el amor
te lleven hacerme desgraciado si no es ahora,
si es más tarde,
si no es contigo.

Que me hagas testamento,
que me escribas
y me escribas
y te escriba
que me asistas como a un funeral en el que se te escapa la risa
justo al lugar donde están enterados toso mis dientes de leche,
y te pillen exhumando mi inocencia
los que creyeron que la había perdido.
Que me llames,
y me ames
y te ame

como si a la tercera,
por fin,
fuese yo la vencida.




No es él quien escribe cuando no es a mí.


Justificante 83

Porque tú haciéndolo lo peor posible lo hiciste mucho mejor que el resto.