Por mi suerte o vuestra desgracia,
sigo siendo yo la que me pongo la pistola en la sien
y la que decido si apretar o no el gatillo.
No hay más balas para mi que las que yo mismo fabrico
y no tengo más heridas que la que yo me hice por voluntad propia.
Lo bueno de tener el corazón hecho a pedazos es eso,
que las balas de los demás tal y como entran, salen.
En fin, que no necesito la saliva de nadie para curarme,
que eso ya aprendí hacerlo yo solita.
Que, por mi suerte o por vuestra desgracia,
todavía no voy a ser blanco fácil de nadie.
Descargar pistolas,
la función ya ha terminado.
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